PABELLÓN 4 on line

Hemos recibido infinidad de mensajes por línea privada de gente que no pudo ver el documental de Diego Gachassin PABELLÓN 4 en Canal Encuentro. A todos ellos, les informamos que, a tenor de la reacción del público televisivo Canal Encuentro ha decidido volver a emitir nuestro documental en el mes de Abril (fecha a definir). Asimismo les recordamos a todos que también pueden acceder gratuitamente ingresando en el sitio CINE.AR (en dicho sitio ponen la palabra PABELLÓN 4 y pueden verlo) o googleando VIMEO PABELLÓN 4. Igualmente, para facilitarles a todes la posibilidad de conocer nuestra historia que lleva once años de resistencia, debajo agregamos dicho ingreso. Quien quiera conocernos y tenga 65 minutos libros, cliqueen y entenderán algunas de las cosas que nos gusta defender. Disfrútenlo.

 

PABELLON 4 from Diego Gachassin on Vimeo.

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En Argentina, cada 20 horas una mujer muere asesinada por un hombre por la sencilla razón de ser mujer

En Argentina, cada 20 horas una mujer muere asesinada por un hombre por la sencilla razón de ser mujer. En nuestro país cada semana mueren tres preses por la sencilla razón de ser prese. Los Cuenteros, verseros y poetas somos una comunidad de 57 compañeros presos y dos -Carlos Mena y Alberto Sarlo-, en libertad. Tanto Carlos como Alberto somos militantes territoriales que consideramos que la disputa política encarada por los feminismos anticapitalistas y no punitivistas son el modelo a seguir.
No hay nada más patriarcal que el capitalismo vigente. La explotación capitalista no es ni más ni menos que el dispositivo más efectivo para generar cuerpos dóciles y económicamente productivos. La historia ha demostrado que la explotación del cuerpo de las mujeres ha sido fundamental para fundar las bases de la actual sociedad expoliadora. Hoy es una fecha para tomar la calle. Al poder no le gusta que se tome la calle. Al poder le gusta la disciplina, le gusta disciplinar a las mujeres. El poder es en esencia una fuerza productiva que, por medio del punitivismo, logra disciplinar conciencias, cosificando voluntades y maximizando la utilidad económica de un cuerpo humane. El punitivismo es la solución más efectiva para someter y normalizar. En el día internacional de la mujer, reivindicamos la falta de disciplina. Reivindicamos la resistencia, la disputa y la visualización de un genocidio por goteo que nos interpela a todes. Por tal motivo los Cuenteros verseros y poetas deseamos compartir la previa al 8M efectuada en el espacio Cultural Metamorfosis de Monte Grande, gestada por nuestro compañero Carlos Mena y por la compañera América Bonita. Fue una noche maravillosa en donde donamos nuestros libros para recaudar fondos para el merendero que funciona en el mismo espacio cultural y donde exhibimos el documental PABELLÓN 4.
También hubo tiempo para que Carlos pudiera guitarrear junto a la banda HDP. Deseamos agradecer a todes los compañeres que nos acompañaron, especialmente aseguidores incansables de nuestro proyecto como lo son Eleonora Suarez, Martín Segura, Sol Sol Ramirez, América Bonita, el pelado Nuñez, María del Mar Arce, y también a Gero quien, junto con América, fueron los culpables de tan hermosa noche. No hay nada más machista, represivo y patriarcal que la institución carcelaria. No hay nada más disciplinador que el temor a un potencial castigo por decir lo que uno piensa o por articular la militancia callejera o carcelaria. Abogamos por la indisciplina, abogamos por la resistencia. El punitivismo mata. NI UNA MENOS EN LOS HOGARES. NI UNA MENOS EN LA CALLE. NI UNA MENOS EN LA CÁRCEL.
Carlos Mena y Alberto Sarlo.
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Hoy, miércoles 3 de marzo, estoy saliendo para dar clase en el pabellón de máxima seguridad N° 4 de la U23 de Florencio Varela, como lo vengo haciendo desde mayo de 2010. Por el COVID, el régimen de visita familiar se ha modificado y desde hace unos meses cada 15 días mis alumnos/compañeros/docentes reciben visita el mismo día que doy clase. Son 56 compañeros en el pabellón, de los cuales aproximadamente 50 reciben visita. Muchos opinarán que sería mejor que cada quince días cambie de día, para tener la totalidad de los alumnos en el pabellón. Esas mismas personas se preguntarán si no es una pérdida de tiempo dos horas y pico de viaje (entre ida y vuelta), para luego dar tres horas de clase/charla/mateada/filosofada para tan sólo tres, cuatro o cinco compañeros. Cinco horas en un centro de tortura para tan sólo cinco alumnos como mucho… Yo respondo contundentemente que SÍ, QUE TIENEN RAZÓN. MIS CLASES SON UNA PÉRDIDA DE TIEMPO. ACLARO: TODO LO QUE HAGO EN UN CENTRO DE TORTURA ES UNA PÉRDIDA DE TIEMPO Y POR ESA RAZÓN, POR SER UNA ACCIÓN INTEMPESTIVA CONSIDERO ESENCIAL ESTE TIPO DE PEQUEÑA COMUNIDAD GESTADA EN EL PABELLÓN 4, máxime cuando quienes reciben la clase son compañeros que además, sufren la ausencia familiar en un ámbito donde reina la angustia. Mi accionar es una pérdida de tiempo precisamente porque parto de la premisa que «uno enseña filosofía aprendiendo filosofía». En un mundo capitalista, patriarcal y extractivista, todo aquel que deja de trabajar con fines utilitaristas es un inútil y precisamente la filosofía es caracterizada por los «libertarios y los emprendedores» como un «saber inútil». Reivindico la inutilidad. La filosofía inútil se aprende de dos maneras: Primero leyendo un montón y segundo cediéndole el espacio al «otro», al distinto, al marginado. No sé si soy un buen docente, pero sí sé que leo mucho. Tampoco soy consciente de cuánta apertura tengo con mis compañeros, lo que sí sé es que recibo mucho afecto de parte de ellos. Segunda aclaración: No soy un docente paternalista, no voy a realizar «buenas obras con los descarriados», no soy pastor de rebaños, no soy resocializador ni mucho menos portavoz de contenidos bienpensantes. Soy un mero docente autodidacta que milita el territorio y que reivindica derechos pisoteados. Es más, soy algo aún más vulgar: soy un hombre blanco, un burguesito proveniente del privilegio que ingresa de prepo y sin autorización oficial en un centro de tortura estatal destinado a los marrones, a los negros, a los nadies. Si en nuestra comunidad del pabellón 4 hemos podido alfabetizar a más de mil compañeros en once años y hemos podido publicar y regalar más de 28 mil libros escritos por detenidos/torturados es porque mis alumnos/docentes advirtieron que ingresé en su territorio con una disposición subjetiva hospitalaria. Soy un visitante/compañero que permite alojar dentro suyo lo mucho que los 56 compañeros detenidos me ofrecen. Por eso voy todos los miércoles a un centro de tortura. Por eso desde hace once años me apasiona perder el tiempo.
Alberto Sarlo

 

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Alberto Sarlo es el único responsable legal de las siguientes manifestaciones de solidaridad para con todos los DOCENTES DE LAS CÁRCELES BONAERENSES:
Ante infinidad de llamados de familiares de preses detenidos en los centros de tortura bonaerense que nos preguntaron que está pasando con sus familiares en las unidades de Batán, de Alvear y de Sierra Chica, es necesario hacer públicas algunas verdades que son solapadas por el Poder Judicial, el SPB y el periodismo en general. Luego de once años alfabetizando y ejerciendo la docencia en el Complejo Varela, centenares de ex- compañeros me llaman periódicamente de distintos centros de tortura y me cuentan la ignominia cotidiana que padecen.
Mis fuentes son las víctimas silenciadas, por ende, como militante territorial docente, asumo la responsabilidad de que su testimonio sea escuchado. En la cárcel de Batán (uno de los peores centros de tortura del país ELOGIADO PÚBLICAMENTE POR LA ONG APP – Asociación de Pensamiento Penal- como un «modelo de convivencia a seguir en el país»), el día 4 de febrero MURIERON DOS PIBES QUE NO DEBERÍAN HABER MUERTO: Octavio Sosa Do Santos tenía 19 años y se suicidó (¿suicidio suicidado?) por las horribles torturas que padecía diariamente y la eterna desidia del Poder Judicial que una y otra vez, dilataban su juicio oral. Octavio, de 19 años, hacía dos años que estaba preso con prisión preventiva. Había herido en una pierna a un vecino en una pelea barrial. No tenía antecedentes y sólo deseaba esperar el juicio en un lugar donde no lo violaran, ni le robaran la comida y las zapatillas. Decenas de veces los jueces dilataron el juicio. El día que recibió la notificación que se volvía a postergar por enésima vez su juicio, apareció colgado en su celda. El mismo día murió Juan Manuel Ramos de 39 años, trasladado de Batán al Hospital Alende por múltiples heridas y razones nada claras. Murieron como han muerto más de 500 preses en la gestión de Areses. En el Estado a nadie le importó dos presos menos. Para ellos son dos vacantes más para llenar con otros dos negros asesinables. En Alvear y en Sierra Chica, si bien en las últimas horas no ha fallecido ningún prese, ha habido infinidad de represiones encubiertas con pibes lastimados y mutilados. El Jefe del SPB, Xavier Areses y el pequeño séquito que todavía le rinde pleitesía, está torturando a plena luz del día, mientras se jactan de abrir «pabellones literarios», en donde los pibes siguen viviendo hacinados, torturados y violentados por el Estado. Areses pretende ocultar las manchas de sangre gestionando un zoom mensual o quincenal de literatura, zoom hiper publicitado por el SPB. Areses y su séquito pretenden reemplazar la tarea real de un docente de cárcel, con esa farsa virtual de literatura. Esos «Pabellones literarios» son eufemismos de «vendamos humo con la cultura mientras violamos todos los derechos humanos conocidos y desconocidos». Como docente de filosofía, literatura y boxeo repudio esa pantomima de «Pabellones Literarios».
La docencia no es un cliché, ni un negocio para ganar prestigio social o laboral. La ignorancia de Xavier Areses y de su pequeño séquito, es aún mayor que su perversidad. Sólo los perversos pueden utilizar la docencia como excusa para la muerte. En ese sentido me solidarizo con TODOS LOS DOCENTES DE ESCUELAS PENITENCIARIAS QUE PADECEN SITUACIONES DE EXTREMA VULNERABILIDAD EN SUS TRABAJOS MAL PAGOS Y QUE ENCIMA DEBEN SOPORTAR EL ESCARNIO DE VER COMO XAVIER ARESES ABRE PABELLONES LITERARIOS NINGUNEANDO LA LABOR DOCENTE. Los docentes de cárceles son trabajadores precarizados, que en muchos casos no cuentan con la protección del Estatuto Docente, no pueden titularizar cargos ni horas y están expuestos a todas las enfermedades medievales que existen en los centros de tortura. Xavier Areses debería ocuparse de ellos y de la salud de los detenidos, en vez de publicitar la hipocresía literaria que exhibe. Estas verdades ocultas deben salir a la luz. Difundan. Difusión es protección para quienes pateamos desde hace más de diez años los centros de tortura. Muchas gracias.
Alberto Sarlo
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Pabellón 4 en CINE.AR

Es un orgullo informarles que, desde la semana pasada, el multi premiado documental de Diego Gachassin PABELLÓN 4 puede verse gratuitamente por medio de la plataforma nacional CINE.AR. (https://play.cine.ar/INCAA/produccion/4561).
Los invitamos a DIFUNDIRLO (la difusión es nuestra única protección), verlo y conocer cómo trabajamos, leemos y pensamos 57 compañeros peleando en comunidad. En tiempos en que el credo de la meritocracia vuelve a imponerse en los medios de comunicación con el fin de perpetuar el privilegio de “los justos”, creemos que PABELLÓN 4, es un film necesario para que la gente conozca como la militancia de micropolíticas de la resistencia se hace carne en un centro de tortura bonaerense. En dicha película, observarán el proceso de gestación de nuestro sexto libro «La filosofía no se mancha 2», en cuyo prólogo Alberto Sarlo expresa que:
«(…) Seguimos educando por el único propósito de educar, educar para pensarnos y luego de pensarnos comprender la realidad. Pensándonos y comprendiendo la realidad podemos ser menos vulnerables ante la inmensidad y la violencia de nuestro mundo… La literatura y la filosofía interpelan a la sociedad, no la adoctrinan… El sentido común de los justos exige que, ya que gasto mi tiempo con los presos, debo gastarlo adiestrando por medio de pautas morales. Los justos exigen que desde un centro de tortura urbanice éticamente por medio de una escala de valores. Los justos son muy ejecutivos a la hora de señalar lo que debo hacer mientras ellos no hacen. Porque si hay algo que distingue a los justos es su enorme capacidad para opinar y su nula capacidad para construir. Los justos desean que yo obtenga un resultado visible y palpable por la tarea que ellos no desean realizar. Para los justos, mis clases de literatura y filosofía, deben realizarse con el único fin de reinsertar y rehabilitar al otro, al distinto, al diferente, al diverso, al insano, al corrupto, al marginal, al chorro, al negro. Los justos me exigen que reinserte y rehabilite a quien nunca estuvo inserto ni habilitado. El sentido común establecido por los justos es utilitarista a más no poder. La sociedad es utilitarista. La ciencia es utilitarista. Mi función no es utilitarista. Mis alumnos no firman un contrato con penalidades a la hora de escuchar mis clases de filosofícineara y de literatura por la sencilla razón de que ni la literatura ni la filosofía tienen como objetivo disciplinar ni dogmatizar…  Seguimos porque queremos hacer más tolerable la noche. La noche pega y pega duro en la cárcel. La noche en la cárcel desgarra, amputa, cercena, lastima y mata. Mata a los de adentro y mata a los de afuera. No es fácil salir cuerdo de una cárcel. No respondan con retórica. Antes de cuestionar mi afirmación vengan, acérquense y escuchen a los pibes. Si escuchan entenderán que la tortura genera odio y que el odio engendra muerte.”

Extracto del prólogo de Alberto Sarlo en el libro “La filosofía no se mancha II”, podés seguir leyéndolo cliqueando en el link del primer posteo de nuestro Facebook Editorial Cuenteros, verseros y poetas.

 

 

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Soy Alberto Sarlo, único responsable legal de las siguientes manifestaciones:
En el pabellón 4 seguimos leyendo y seguimos escribiendo. Pasó el motín, pasó el fusilamiento de Federico Rey, pasó la farsa hipócrita de la Mesa de Diálogo, quedaron el ninguneo, quedó la bronca, quedó el olor a pólvora, quedó el COVID y quedó la muerte. El coronavirus está matando en las 55 cárceles provinciales tanto a presos como a guardiacárceles. Centenares de guardias penitenciarios fueron pasados a cuarentena obligatoria al igual que los médicos de las distintas unidades. Los presos no, los presos, hasta último momento, se quedan en las cárceles. Ellos tienen la suerte o desgracia de ser trasladados recién cuando la parca se aproxima a sus cuerpos descarnados luego de semanas de altísimas fiebres. En Varela, durante meses nos quedamos prácticamente sin médicos en las seis unidades. Más de un tercio del pabellón 4 tuvo fiebre y perdió el olfato. Algunos llegaron a escupir sangre. Lo mismo pasó en los restantes pabellones de máxima y mediana. Nadie supo que tuvieron porque, para ellos, no hay dinero para hisopados o análisis de sangre. Tampoco hay infraestructura para aislar a nadie. Misma suerte corren los guardiacárceles. Ellos también fueron abandonados por la jerarquías ejecutivas, penitenciarias y judiciales.
La política pandémica se resume a: «Cada cárcel se cuida como puede y tapa los muertos con lo que tenga». Cada director de unidad debe lidiar con sus demonios sin respaldo alguno de Jefatura. El periodismo no tiene grieta alguna a la hora de ser cómplice del encubrimiento. Tampoco hay juez, ni defensor, ni fiscal dispuesto a investigar qué está pasando en los centros de tortura en estos momentos (salvo honrísimas y «excepcionalísimas excepciones»). Está claro que hay vidas más vivibles que otras. Nosotros seguimos resistiendo ese dispositivo racista. Si bien en estos meses mi presencia en la cárcel pasa más por llevar barbijos y lavandina que libros de Voltaire y Heidegger, tampoco hemos abandonado nuestro espacio cultural.
Desde el pabellón 4 contestamos los agravios con varios fanzines que ya hemos compartido y ahora con un nuevo libro. Este miércoles 16 de Setiembre, junto con el coordinador principal de la editorial, Francisco Bus, hicimos formal entrega de ejemplares a cada uno de los artistas que escribieron la «Antología de Cuentos Infantiles V». Cada entrega fue un aplauso de todos para todos. Esa es nuestra forma de resistir. Esa es nuestra forma de alzar la voz, esa es nuestra forma de pedir ayuda y de que no nos olviden en las mazmorras contemporáneas. Los invitamos a leerlo en el link (https://drive.google.com/…/1PN5r1IjdP_G2Ww…/view…).
Gracias.
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Cuando éramos canción, soñábamos juntos, escrutando las estrellas con los cuerpos ardientes como un sol de enero.

Cuando éramos canción, cortábamos eternos pétalos de blancas margaritas a orillas del Tigre, por las tardes turquesas.

Cuando éramos canción, me dedicabas los mejores temas de la noche en el boliche, habiendo tantos solitarios escondiéndose en la barra, llorando un rock and roll de noviembre.

Cuando éramos canción, me celabas con dulzura amenazando al mundo con quitarle los ojos, si tan sólo me hacía un gesto de luz al prender el día.

Cuando éramos canción, te envolvía con mis piernas abiertas, y arrojaste flores en mi vientre, mientras tanto, yo, me hundía en tu historia decorando nuestro sexo sagrado con el fuego de las velas derretidas en tu cintura.

Cuando éramos canción, broté un racimo de hijos en mis brazos con guirnaldas, una vez, en la mañana entre sábanas de gloria, con tu boca y mis pechos desnudos.

Cuando éramos canción…, prometí darte mi sangre a muerte en el altar.

Sólo cando éramos canción, y nada más.

Cuando fuimos canción, no te molestaba mi escote, algo descubierto con la falda roja.

Cuando fuimos canción, no desconfiabas de tu hermano y mis primos.

Cuando fuimos canción, no me levantabas la mano adelante de nuestros amigos, por tan sólo opinar cuando conversan los hombres.

Cuando fuimos canción, te enamoré bailando enceguecida, como si fuese un orgasmo gigante de curvas erectas, vital como ninguna, con mi cuerpo nuevo de princesa, quien sedujo a tu animal salvaje en cada vaivén, en cada roce perpetuo; ahora, arruinada, intento hamacarme en los tristes quehaceres de la casa marrón, a puerta cerrada, sin respirar, sin contestar, sometida sirvienta en el planeta de los simios, con hematomas en la espalda, en el alma.

Ahora ya no somos canción, tu mirada neurótica, machista, me hace ruido en las venas.

Ahora, degollaste a Cupido con la voz de tu hijo más pequeño.

Ahora, ya no hay melodías en tu fuerza cuando abusas de mí, ebrio y monstruoso, y los chicos lloran sabiendo lo qué pasa.

Ahora, no puedo arreglarme las uñas, mucho menos pintarme los labios, porque sería la ¡¡puta del barrio!!

Ahora… ahora, me partiste la cara a puño limpio y me quemaste el cabello que tanto adorabas, por temor a que intente denunciarte, cuando te arde la culpa y corres a confesarte, domingo a domingo, con tu amigo el párroco, en el confesionario.

Ahora, huelo el oscuro aliento de tus crímenes a la legua, masticando el terror de todas las mujeres que fueron maldecidas con la misma cosa, el hombre.

Ahora, mi calvario fue darte la mano con ojos cerrados.

Ahora, me aterran los hombres y las canciones.

Ahora sufro el tormento de una madre sin hijos.

Ahora no tengo a mis nenes traviesos, no siento sus labios de crema, sus manos pequeñas, contar sus latidos.

Ahora, ya no tiemblo.

 Ya no molesto.

No respiro.

Cuando éramos canción, ¿me pensabas muerta?

Cuando éramos canción, ¿te soñaste siendo mi asesino?

CUANDO ÉRAMOS CANCIÓN.  Poema autobiográfico de Carlos Mena, huérfano por la violencia patriarcal.

Disponible gratuitamente versión PDF obra Ni una menos en el pabellón 4, Ed. Cuenteros, verseros y poetas 2018 en link publicado en el primer posteo del Facebook Editorial Cuenteros, verseros y poetas o en nuestro blog cuenteros-verseros.com.ar      

carlos

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En el pabellón 4 hemos tenido infinidad de debates y confesiones que exponían la necesidad de expectorar la podredumbre que nos llevó a sostener principios y valores execrables, principios y valores que lastiman, hieren, violan y matan.
No hablo de los principios y valores de los marginales. Hablo de los principios y valores de la sociedad de los blancos, te hablo de mi sociedad, hablamos de tu sociedad. Hablo de vos.
Porque vos y yo somos parte de algo que puede definirse como sociedad, pueblo, comunidad o como quieras, y ese como quieras, ese colectivo humano, esa construcción social de la que vos y yo somos parte, es cruel, muy cruel….Vos y yo somos parte de una sociedad cruel que, amparada en valores tradicionales, centenarios y religiosos destroza (destrozamos), la concepción de la empatía. Despedazamos la acción afectiva hacia “el otro”, hacia el distinto, hacia el débil, hacia la mujer. Yo lo hice y vos lo hiciste. Y vos no solamente sos un varón, vos también podés ser una mujer. El victimario no tiene género, la víctima si, su género será siempre el “otro” género, y contra él, contra ella, todo vale. Porque contra la mujer todo vale, eso es lo más triste.
Somos crueles sin pasión por serlo. Somos crueles usando eufemismos de nuestra crueldad y justificándonos en que debemos sobrevivir en una sociedad individualista y meritocrática. El otro no cuaja en ninguno de esos dos conceptos y por eso tenemos que descartarlo. La mujer dueña de su cuerpo y de su destino choca contra los intereses de éxito de la sociedad, por eso se la desprecia, por eso la despreciamos. Vos la despreciaste infinidad de veces en tu vida y yo también. Porque no hablamos sólo de violencia física. La violencia es multifacética y omnipresente. La violencia sobre la mujer es un mero acto disciplinador en el mundo empresarial, en el universo capitalista, en la galaxia meritocrática. La imprescindible Rita Segato nos habla del capitalismo patriarcal que se enseñorea en una sociedad colonial y punitivista. Yo llamo a eso ni más ni menos que individualismo demencial. ( Extracto del prólogo de Alberto Sarlo del libro NI UNA MENOS EN EL PABELLÓN 4, libro que pueden continuar leyendo en PDF cliqueando: https://drive.google.com/file/d/1l6cU37osu12mR4W704OZD99wG0JqXujP/view?usp=sharing)NI UNA MENOS EN EL PABELLON 4_Página_001

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Llevamos muchos años de lucha. Una lucha que desde siempre supimos que vamos a perder. Nosotros vamos a perder. De Gramsci aprendimos, entre otras cosas, a ser pesimistas de la razón para ser optimistas de la voluntad. Y fuerza de voluntad es lo que nos sobra. Nos sobra para soportar la derrota. En la derrota vamos a perder muchos compañeros. Muchos más de los que ya perdimos y a quienes dedicamos este libro. Estoy harto de perder. Estamos hartos de perder. Estoy harto de ver morir pibes, mis pibes. Estoy harto de ver que mis pibes roben. Que mis pibes se droguen. Que mis pibes se pongan en pedo de pastillas. Que mis pibes maten. Que nuestros pibes maten. Harto. Estoy harto de saber que mis pibes, nuestros pibes, van a seguir robando, enfermando, malviviendo y muriendo siendo pibes. Pelear para perder no hace bien. Pelear para perder no le hace bien a la cabeza. No le hace bien a los huesos, no le hace bien al alma. Pero hay que pelear. A cada uno le toca lo que le toca y a nosotros nos toca pelear. A mi me toca pelear. Peleamos mucho y ganamos poco. Pero algo ganamos. Ganamos respeto. Ganamos amor propio. Ganamos cultura. Ganamos ser menos vulnerables. Ganamos creernos humanos (si ya sé, ya lo dije, pero lo repetimos para que la idea entre). En Platónov, obra maravillosa y que me costó años conseguir, Antón Chéjov da vida a un maestro de escuela que lucha denodadamente por superar la angustia y la desesperación de toda una sociedad, lucha que también debe mantener consigo mismo para no verse arrastrado al peor de los finales. En dicha obra surge un diálogo muy breve, bellísimo y crudo a la vez, un diálogo desesperado y desesperante, un diálogo muy humano y muy pero muy ruso, un diálogo con una pregunta sencilla y con una respuesta universal “¿Qué hacer, Nikolái? Enterrar a los muertos y reparar a los vivos».

En el pabellón 4 hacemos algo parecido a eso. En el pabellón 4 con dignidad, con memoria y con mucho dolor enterramos a los que se fueron y con fuerza de voluntad reparamos a los que se quedaron. Somos muchos los que peleamos. Somos muchos los que escribimos…. En algún lado leí que somos el resultado de nuestras guerras y nuestros muertos. Nuestra sociedad está librando una guerra. Una guerra que está arrojando a millones de familias al abismo. Esos son nuestros muertos. Es hora de empezar a pensarnos como sociedad y, a partir de ello, saber quienes somos y quienes no somos. A quienes incluimos y a quienes excluimos. Ponernos en la piel de los marginados nos puede ayudar a mejorar. Ponernos en su piel no significa ser un turista colonizador que pretende imponer nuestro modo de vivir, nuestra concepción de justicia, nuestras convicciones, nuestros axiomas acerca de lo que es bueno y lo que es malo. Ponernos en la piel del otro es arremangarnos, es llenarnos los pies de barro y es abrazarlo. Y luego de abrazarlo tenemos que empezar a escuchar lo que dice, lo que piensa, lo que vive. Ponerse en la piel del otro es sencillo: simplemente hay que tratarlo como un ser humano, un ser humano que necesita ser oído. Escúchenlos, escúchennos. Antes de juzgarlos, antes de sentenciarlos, antes de matarlos, escuchen lo que tienen para decir. Leer este libro es un buen comienzo. Pero sólo es el comienzo, si es que realmente queremos que algo cambie. ( Extracto del prólogo de Alberto Sarlo del libro JUGUETES PERDIDOS – experiencias en Institutos de Menores-, libro que pueden continuar leyendo en PDF cliqueando https://drive.google.com/file/d/1dyrusHi6nNphyXwO1c8AM8S8oLUONF27/view?usp=sharing )118851970_2616639128651070_7041129349743953525_n

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El día que nos echaron fue un poco humillante. Era algo que me esperaba, pero que igual me afectó profundamente. Llegamos con Carlos a la entrada y cuando nos disponíamos a ingresar, nos detuvo una de las subdirectoras de la Unidad 23, una mujer famosa por torturar presos y jactarse de cómo lo hacía. Entre esas torturas, una de sus preferidas era hacer formar en fila a grupos de no más de cuatro o cinco presos con los pantalones bajos y medirles el aparato reproductor; aquel que lo tenía más largo era apaleado por sus subordinados frente a las carcajadas del resto de la guardia armada….»

«…Subimos al auto, puse música y le dije en chiste que nos parecíamos a Don Ramón y al Chavo del 8, y que finalmente el Señor Barriga nos había echado de la vecindad. Nos reímos con tristeza. A los pocos minutos y mientras llevaba a Carlos a la estación de trenes de Florencio Varela, me quise hacer el estadista superado y empecé a dictar los pasos de una táctica de control de daños: Comencé a explicarle a Carlos que, si bien era el fin de la Editorial, de alguna manera teníamos que tomarlo como un impasse, ya que yo lograría volver de alguna manera cuando finalizara el gobierno de Vidal. En los hechos, el único expulsado era yo. Ahora teníamos que cuidar el laburo de Carlos. Le pedí que se despegara de mi persona porque en esos momentos yo era un apestado, una mala palabra para la gente del Ministerio de Justicia. Si Carlos llegaba a hablar bien de mi o o pedía mi regreso a la 23, era obvio que no le iban a renovar el contrato que tanto esfuerzo nos había costado. Carlos me contestó que ni en pedo se iba a borrar. Me calenté. Le expliqué a Carlos que no tenía que portarse como un pibe caprichoso. Su trabajo era un símbolo de nuestra lucha, detrás de su nombramiento tendrían que venir otros muchos contratos para pibes presos cuando las cosas mejoraran. Carlos me entendía, pero no daba el brazo a torcer. Mi calentura se estaba transformando en ira. Apreté fuerte el volante y le expliqué a Carlos que había sido un día horrible y que teníamos que hacer control de daños. Lo indispensable era no regalarse, no hacerse echar. Le dije a Carlos que era el último mohicano y que no tenía que dejarse matar al pedo. Es probable que haya gritado, pude haberlo insultado. Carlos estaba sereno y me contestó que podía enojarme todo lo que quiera y hasta podía insultarlo (efectivamente lo insulté), pero yo era como un hermano mayor y que él siempre iba a dar la cara por mi. Fueron muchos años en que Carlos puso el pecho sin preguntar, de alguna manera me estaba diciendo que no me iba a dejar caer sólo. Me cago en la lealtad…»

(extracto del capítulo «El año que vivimos en peligro (2018)» del libro de Alberto Sarlo «Espectros del pabellón» que esperamos publicar en algún momento del 2021 si alguna editorial importante se copa en ayudarnos)

carlos

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