Al séptimo día volví al pabellón. Todavía sigo yendo…

No tengo la más remota idea de dónde saqué las fuerzas para remontar la parada, pero la cosa es que empecé a viajar dos veces por semana a Florencio Varela. Tuve que apoyarme mucho en quien sería el nuevo coordinador, Francisco Bus. Con él, con Jorge Rivas y con el esfuerzo de compañeros sobrevivientes del tsunami, como Daniel Teri y Brian Calla, empezamos la refundación. Con estos referentes empezaba a nacer la “tercera administración” editorial. La primera y fundacional fue liderada por Carlos Mena del 2010 hasta mediados del 2015, fecha en que Carlos fue trasladado a un régimen más benigno previo a su libertad. La segunda administración duró menos de un año, de mediados de 2015 a mediados de 2016, y fue la encabezada por Fabián. La tercera, puede ser la vencida, o la que me venza y es la que está llevando hasta estos días Francisco “el Rengo” Bus. El Rengo es un laburante como pocos y un amigo con quien puedo charlar, pensar y aprender. En pos de defender nuestro proyecto hemos tenido infinidad de discusiones, pero siempre dentro del marco de la convicción por generar un espacio de resistencia y pensamiento. Es una pieza fundamental ya que Francisco fue testigo de los diferentes liderazgos de Carlos y de Fabián. Aprendió de sus virtudes y también de sus errores.

La primera tarea fue concientizar a los nuevos compañeros en nuestro concepto de “comunidad”. Por medio del diálogo y el ejemplo, empezamos a mostrarle a los nuevos pibes que nuestro pabellón de población es muy distinto al resto de los pabellones de población del país.

La segunda faena fue imponer un discurso muy contundente en contra de las “pastillas”. No teníamos espacio para la traición. Ningún miembro del pabellón podía ingresar pastillas. Habíamos aprendido la lección. Podíamos ser más tolerantes con otro tipo de sustancias, máxime cuando la mayoría de mis compañeros ingresan sin desintoxicarse totalmente de la nefasta pasta base. Nada de Paco, nada de pastillas. Pero esta política tenía que llevarse sin “mano dura”. Cada compañero debía ser responsable de cumplirla y de aprender a dejarse ayudar. Podíamos ser pacientes, abiertos y comprensivos, pero la última palabra lo tiene cada uno consigo mismo. Quien no respetaba pautas mínimas de convivencia y confianza, debía retirarse por su propia decisión. Nadie expulsaría a nadie por la fuerza, porque nunca los Cuenteros, verseros y poetas habíamos aplicado “mafia” (paliza colectiva) a ningún compañero. Los que se van de nuestro pabellón, siempre se van bien y sin violencia.

La tercera campaña urgente que implementé al reingresar fue comprometer a todos a sacar un libro en forma urgente para tener algo de difusión que nos dé aire frente al SPB. Ese libro se llamaría Juguetes perdidos, y convoqué a todos los compañeros a que escriban sus experiencias en los Institutos de Menores. Era un libro urgente por dos motivos: primero, porque nadie nos protegía y la publicación del libro tal vez consiguiera algo de difusión, única aliada que manteníamos; el segundo motivo es porque el gobierno de Macri estaba impulsando un proyecto de ley para bajar la edad de imputabilidad y necesitábamos generar un acto de resistencia ante semejante iniciativa.

Nos pusimos a trabajar todos en todos los frentes. Doné nuevas computadoras e impresoras. Volví a conseguir de mi amigo Silvio Rotela guantes y bolsas de boxeo. Con los veteranos armamos distintos gabinetes de trabajo: un equipo de alfabetización para los recién ingresados, otro de filosofía para que expliquen las clases atrasadas a los novatos, un equipo de pintura para colorear nuestros libros cartoneros y para pintar los muros de nuestro pabellón; y un equipo de música para volver a armar una banda de rock como la que teníamos antes de que nos rompieran el pabellón. Armamos esos equipos de trabajo a contrarreloj. Los coordinadores volvieron a coordinar, los escritores volvieron a escribir y los compañeros volvieron a crear arte….

(extracto del capítulo «La (in) sensibilidad progresista» del libro de Alberto Sarlo «Espectros del pabellón» que esperamos publicar en algún momento del 2020 si alguna editorial importante se copa en ayudarnos)

 

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